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LA ADOLESCENCIA

Cuando un hijo comienza la adolescencia es como un personaje de superhéroe que lucha entre contradicciones. Se siente confundido con sus cambios físicos y emocionales. Necesita sus momentos sin la familia y encerrarse en su habitación para entenderse consigo mismo, necesita explorar qué quiere. Se encuentra en un estado permanente de cambios que le lleva pasar de un estado a otro con facilidad; tristeza, inseguridad, rabia, cariño, ilusión, desdén, pereza, pasotismo, voluntad, alegría, conformismo, rebeldía….Vive una guerra interior que muestra con sus padres y que no es nada fácil para él ni para su ámbito familiar. Necesita preservar y destruir al mismo tiempo. Pero, ¿Qué preserva y qué destruye?

EL MOMENTO DE PRESERVAR Y DESTRUIR

Siente culpa de dejar ese niño amado por sus padres pero todo lo empuja a dejarlo. Su cuerpo y su corazón le empujan a cambiar en muy poco tiempo. Aunque no os lo parezca, tiene miedo a no cumplir las expectativas de los que quiere, a perder su refugio, a estar solo, a ser excluido, a tener criterios propios, a equivocarse, pues necesita seguir perteneciendo a los suyos y saber quién es.

Para ello una de las cosas que pone más en alerta a sus padres es que necesita probar lo que su sistema familiar detesta o excluye para sentir quien es y quien no es realmente.

Por ejemplo en una familia muy religiosa quizás nuestra o nuestro joven necesite experimentar que es no creer en nada.

TRANSGREDIENDO

Otra cosa que necesita es explorar límites y disfrutar transgrediéndolos para medir sus fuerzas y las vuestras. Aunque esa es quizás la parte que puede sacar a sus padres de sus casillas y ponerlos al límite, el o la joven necesita hacerlo. ¿Para qué? Para sentir precisamente que haga lo que haga seguís estando ahí. Esa es la seguridad que busca y que necesita para lanzarse al mundo. Necesita hacerlo para explorar quién es y hasta dónde puede llegar. Es entonces más que nunca cuando necesita sentir que sus padres le quieren y al mismo tiempo pide a gritos que éstos tengan sus límites claros. Cuando sienten que sus padres se mantienen en su posición de adultos, que están ahí para él pero con límites claros, sólo entonces, sienten la seguridad que necesitan.

Para los padres es un gran esfuerzo pero para ellos también.

Nuestros jóvenes necesitan sentir que hagan lo que hagan, sean como sean, decidan lo que decidan y aunque se equivoquen mil veces vosotros siempre estaréis ahí para acogerlos, para celebrar sus éxitos y acompañarlos cuando fracasen. Sin rechazos, decepciones o amenazas, sino sólo con límites. Celebrando lo que aprendieron y acompañando sus decepciones. Son sus decepciones no las vuestras. Cada vez que se equivocan, que fracasan, que pelean, o que puede que consigan lo que nunca creísteis que lograrían, se llevan una lección para la vida valiosísima.

LA IMPORTANCIA DE LOS LÍMITES MÁS QUE NIUNCA

Los padres para permitir a sus hijos crecer de manera sana deberían provocar en sus hijos desde niños y durante toda la infancia el nivel de frustración óptimo y tolerable para que su desarrollo sea sano. Ofrecer su amor incondicional no es suficiente. Deben establecer límites claros a su comportamiento. Los niños los necesitan, los piden siempre de muchas maneras. Los límites los sacan del egocentrismo infantil en el que los niños creen que todo ocurre por su culpa y todo gira a su alrededor y por tanto los demás son objetos a su disposición no personas con necesidades. Los límites establecidos con amor y respetando su dignidad les dan la seguridad necesaria de saber cómo funcionan las cosas, les ayudan a regular y organizar sus emociones y necesidades, les ayudan a sentir que hay alguien que los ve, los cuida y los protege. Cuando no hay límites claros los hijos no saben a qué atenerse. En el fondo, aunque parezca mentira, no se sienten vistos.

Con padres e hijos adolescentes con problemas es muy corriente oír a los padres quejarse de sus hijos porque no entienden su comportamiento. Ellos les han dado todo lo que han querido siempre y entonces ¿Cómo podía ser que su joven se comportara de esa forma? Y los hijos acostumbran a contestar “pues claro, me lo dabas para que te dejara en paz” “porqué nunca te he importado”

Conseguir todo lo que quieren sin esfuerzo, hacer que todo gire alrededor de sus exigencias coloca a estos jóvenes, aunque no lo parezca, en una posición en la familia que no les toca i con una carga que tarde o temprano tendrá graves consecuencias. Los padres deben saber decir no cuando hace falta y dentro de la ventana de tolerancia a la frustración de cada niño. Ellos son los adultos y les toca comportarse como tal. Sólo así los hijos se sienten vistos. Sus hijos los necesitan como padres no como colegas. Hay que proporcionarles todas sus necesidades pero no transigir a todas sus exigencias.

Nuestros jóvenes deben hacerse cargo de lo suyo y aceptar su parte de responsabilidad en todo lo que les suceda. Es importante que sientan ese amor incondicional pero sus actos deben tener consecuencias. No podemos suplirles en su responsabilidad y justificarles delante de los demás impidiendo que acepten su parte de responsabilidad en lo que les acontece y que sus actos no tengan consecuencias.

Así siempre deben oír “claro que te quiero, siempre, hagas